viernes, 28 de julio de 2017

Modernismo - Generación del 98

 
 
 

Vanguardias - Generación del 27



Documental Parte 1

Documental Parte 2


AUTORES DEL 27

Miguel Hernández
(Orihuela, 1910-Alicante, 1942) 


Pedro Salinas

La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento. La amada está vista sólo a través del poeta; La fugacidad de la dicha suscita reflexiones melancólicas y angustiosas. Es una poesía reducida al puro concepto, sin adornos, no sensitiva sino intelectual, de lenguaje sencillo y escueto. Prefiere el verso corto y prescinde casi siempre de la rima.

El contemplado (1946) y Todo más claro. En este último libro se incluye el célebre poema Cero, que protesta contra la amenaza atómica.

La bomba increíble (1950): prosa narrativa.

Jorge Guillén
(Valladolid, 1893 – Málaga, 1984)

Agrupa su poesía en tres grandes ciclos:
1) Cántico: poesía pura, optimista, intelectual, abstracta, pone de manifiesto el entusiasmo del poeta ante la contemplación de la armonía y la belleza del planeta. Abundan las oraciones nominales y las frases exclamativas e interrogativas, que condensan la expresión.

2) Clamor: Ya no canta las maravillas del universo. aparecen el dolor, el desorden, la angustia; el paso del tiempo lo llena de zozobra. El estilo sigue siendo el mismo en sustancia.

3) Homenaje (1967): habla de diversas figuras del arte y las letras de todos los tiempos.


Gerardo Diego
(Santander, 1896 – Madrid, 1987)

En un primer momento se deja prender por el Ultraísmo. Busca entonces imágenes insólitas y sorprendentes. Los principales frutos son Imagen (1922) y Manual de espumas (1924).

Luego, buscará expresar sentimientos más personales. Frente al verso libre de antaño, usará  estrofas clásicas, en especial sonetos, romances y décimas. 
Soria. Galería de estampas y efusiones (1923) es un canto a esa tierra a la que siempre quiso..Hay aquí excelentes muestras de lírica de estilo tradicional, como el célebre Romance del Duero.

Un libro crucial, Versos humanos (1925). En él hallamos poemas de amor, reflexiones personales, poemas de amor, nuevos cantos a Soria...  Cultiva también una veta menos frecuente en el grupo del 27: la poesía religiosa (Viacrucis, Versos divinos).

Alondra de verdad (1941), Busca crear una poesía “directa, concreta, siempre vivida y elaborada. Se destaca el espléndido soneto amoroso Insomnio.

En su etapa final, aborda el tema taurino: La suerte o la muerte. Poema del toreo (1963)

Dámaso Alonso
(Madrid, 1898 – 1990)


Pertenece a la generación del 27, pero se da la circunstancia de que su obra cumbre Hijos de la ira, que constituye una auténtica revolución y marca la trayectoria de la poesía española moderna, aparece en plena posguerra.

Poemillas de la ciudad (1921), sencillez, riqueza en el lenguaje y las imágenes.

Hijos de la ira: angustia existencial, su asco, poesía solemne que contrasta con el mundo degradado del que habla. Le agobia la injusticia y la frustración de ser hombre.
"Un dramático sarcasmo late en todo el poemario. En medio de tanto horror, la búsqueda de Dios es la única esperanza para la criatura humana. Estos versos respiran una honda y agónica religiosidad, común a otras obras del autor."

Vicente Aleixandre
(Sevilla, 1898 – 1984)

Su obra discurre dentro de los cauces del Surrealismo. Abundan las imágenes oníricas e irracionales.

Ámbito (1928): dominado por el panteísmo, el anhelo de fundirse con el universo, de integrarse en la naturaleza y recuperar el paraíso perdido.

Con el paso del tiempo, Aleixandre halla cierto alivio a sus males en la solidaridad con los demás hombres, que comparten sus mismas angustias. La expresión se hace más clara, en un intento de comunicarse, fundirse con todos sus hermanos: Historia del corazón (1954), Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974).

León Felipe
 (Tábara, Zamora, 1884 - Ciudad de México, 1968), 

Fue uno de los mejores intérpretes del sentimiento español, humano, que supo transmitir intensamente en su poesía. 

Luis Cernuda
(Sevilla, 1902 – México, 1963)

La realidad y el deseo 1936, refleja las tensiones que sufre entre la frustrante realidad que lo rodea y el mundo ideal al que aspira. De ese desequilibrio surge el desencanto y la desolación. 

Sin abandonar el surrealismo, empieza a escribir una poesía de tono intimista, cuyo modelo supremo es Bécquer. Expresa su desencanto y la apetencia de la muerte como única forma de liberación: Donde habite el olvido (1934), título tomado del autor de las Rimas, Invocaciones a las gracias del mundo, compuesto en 1934-1935...

Tras la guerra, sus frustraciones personales se ven agravadas por el fracaso de la causa que había defendido. Los libros más destacados son Como quien espera el alba (1941-1944), Vivir sin estar viviendo (1944-1949), Con las horas contadas (1950-1956) y, sobre todo, Desolación de la quimera (1956-1962). En este último Cernuda, que se sabe próximo a la muerte, muestra su más radical rebeldía.

Rafael Alberti
(El Puerto de Santa María, Cádiz, 1902 – 1999)

Los rasgos más relevantes: agilidad, expresividad, el sentido del ritmo y la gracia.

Explora la poesía neopopular. Luego, como todos sus compañeros de grupo, Alberti se deja seducir por el arte de Góngora. Empieza a escribir una poesía barroca, de compleja elaboración, influida también por las Vanguardias: Cal y canto (1929).

Después se acerca al Surrealismo y el verso libre como forma de expresión Sobre los ángeles (1929). A través de estos espíritus simboliza la lucha que se da en el interior del hombre entre las fuerzas del bien y del mal. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), en homenaje a los grandes cómicos del cine mudo, muestra la vertiente lúdica y disparatada del Surrealismo.

Empieza luego a escribir una poesía política comprometida, concebida como arma de combate. Abandona las oscuridades estilísticas para volver a su primitiva sencillez. Títulos fundamentales son El poeta en la calle, escrito entre 1931 y 1935, De un momento a otro, de 1934-38...

La experiencia amarga del exilio conforma muchas de sus creaciones, como Entre el clavel y la espada (1941). Canta su dolor y el de su patria. El mejor libro de esta serie es Retornos de lo vivo lejano (1952), de carácter evocativo.

Emilio Prados
(Málaga, 1899 – México, 1962)

* Primera etapa: Destacamos Tiempo, Canciones del farero, Vuelta y Cuerpo perseguido. Se percibe la influencia de las formas populares y la de Juan Ramón Jiménez. Temática: soledad, el sueño, el ansia de eternidad entretejidos con la presencia de un ciclo y un mar de resonancias simbólicas.

* Segunda etapa: Surrealista. Destacan La voz cautiva, Andando, andando por el mundo. Coincide con un período de crisis. Son libros violentos y pesimistas y en ellos hay ya muestras de sus preocupaciones sociales.

* Tercera etapa: Bastante breve, de poesía política. Destacan Cancionero menor para los combatientes y, sobre todo, Llanto en la sangre, con poemas sobre la revolución minera o sobre la guerra civil.

* En el exilio vuelve Prados a encerrarse en su intimidad y a ahondar en problemas existenciales y hasta metafísicos, como en sus comienzos. Destacan Jardín cerrado, Mínima muerte, Río natural... La nostalgia de la tierra es evidente en estos poemas.

Manuel Altolaguirre
(Málaga, 1905 – Burgos, 1959)

Concibe la poesía como fuente de conocimiento, como vía para conocerse y conocer el mundo. Ha sido calificado de romántico. En él no hay rasgos vanguardistas o de deshumanización. De su poesía se ha dicho que es hermana menor de la de Salinas. 

Federico García Lorca
(Fuente Vaqueros, Granada, 1898- Granada, 1939)

Estudiante de Filosofía y Letras y Derecho. En 1919 se instala en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde traba amistad con los jóvenes artistas de su tiempo: Dalí, Alberti, Buñuel... En 1929 viaja a New York y a Cuba. Cuatro años después está en Buenos Aires como director de la compañía de Margarita Xirgú, su actriz predilecta. En 1932 el Ministerio de Educación le encarga que dirija “La Barraca”, compañía de teatro ambulante que lleva las obras de nuestros clásicos por los pueblos de España. Al comienzo de la guerra civil es fusilado en Granada por los sublevados.

García Lorca era, según el testimonio de quienes lo conocieron, una persona con “duende”, simpático y extravertido, animador de fiestas y reuniones. Sin embargo, sus versos y, sobre todo, su teatro, revelan la existencia de conflictos íntimos.

La lírica de Lorca es una felicísima mezcla de poesía popular y renovación. Los temas y ritmos tradicionales conviven con imágenes atrevidas y sugerentes de cuño vanguardista. Sus versos nos transportan a un mundo dominado por misteriosas fuerzas atávicas, instintos ancestrales, viejos motivos de raíz popular y religiosa que adquieren una proyección mítica. Su visión de Andalucía trasciende el localismo costumbrista para convertirla en un escenario mágico y simbólico. El universo poético de Lorca, presidido por la muerte, que acecha a cada paso, es trágico y violento. Las pasiones se desencadenan con intensidad y abocan al individuo a un destino fatal. El amor y el sexo se presentan como un impulso dionisíaco al que no cabe resistirse, una fuerza vital que se entrelaza inevitablemente con la muerte.

Suelen distinguirse dos fases en la adhesión de García Lorca a la corriente surrealista: primero es algo vago que se circunscribe a la atmósfera onírica de muchos de sus poemas. A partir de Poeta en Nueva York (1929-1930) crece la presencia de los componentes irracionales pero el autor no pierde nunca la conciencia artística; es el suyo un surrealismo instrumental.

Tuvo la virtud de crear un lenguaje poético propio, ya maduro desde sus primeras manifestaciones. Tanto en los poemas como en las piezas dramáticas se repiten imágenes que deben interpretarse a la luz de su particular código simbólico. Así, la luna y el color verde representan la muerte, a la que se asocia también lo metálico en sus diversas variantes; hay una presencia obsesiva de objetos punzantes como cuchillos, navajas, puñales... El toro tiene una clara significación trágica y violenta, el caballo encierra connotaciones eróticas.

Lorca se inicia en el cauce de la poesía neopopular. Sus obras tempranas contienen en germen lo que será su mundo poético. Todas las peculiaridades descritas están presentes ya en uno de sus primeros libros: Canciones (1927) y en Poema del cante jondo. Es un tributo al folclore andaluz, que tan profundamente conocía y amaba. A través de esos ritmos populares (siguiriyas, soleares, saetas...) intenta expresar el dolor de su tierra.

La fusión de imágenes surreales con la vena popular logra sus mejores momentos en Romancero gitano (1928). Los 18 romances que lo integran nos ofrecen sendos cuadros de ese mundo mítico. El poeta se ocupa de una raza marginada y manifiesta sus simpatías hacia ella; toma partido frente a la represión institucionalizada que representa la guardia civil. Pero también le interesan las posibilidades estéticas del tema, la exaltación de las pasiones y el halo de misterio que rodea a esos seres. Intenta fundir el romance narrativo y el lírico, a los que incorpora a veces una técnica dramática. Recrea y estiliza los elementos que le brinda la tradición y forja una obra de dimensiones cósmicas, cargada de símbolos, que trasciende el marco localista sin renunciar a la anécdota vital.

A raíz de una crisis íntima, Lorca viaja a EEUU. El resultado es Poeta en Nueva York (1929-1930), denuncia de una sociedad materialista que oprime al débil y margina al negro; trabajará en esta obra hasta el final de su vida. Usa el verso libre y se vale de imágenes oníricas, irracionales, para transmitir la angustia que le produce esa ciudad monstruosa e inhumana. Alza su voz contra la técnica que domina al hombre y contra el dinero que destruye a los seres indefensos.

En su etapa final compone más teatro que poesía, pero nos ha dejado magníficos versos. Diván del Tamarit, escrito a partir de 1931, es una colección de 12 “gacelas” y “casidas” con vagas resonancias árabes en la atmósfera y el léxico; tema central de estos versos estremecidos son el amor atormentado y la muerte, dos vivencias inseparables. Seis poemas galegos (1935) es un curioso intento de escribir en una lengua que no conocía bien; estamos ante otra muestra afortunada del neopopularismo lorquiano, en la que refleja, una vez más, su dominio de los ritmos tradicionales. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935), uno de los mejores cantos elegíacos escritos en español, expresa el dolor por la muerte del torero amigo con violentas imágenes surrealistas. También en 1935 empezó a componer los Sonetos del amor oscuro que sólo conocíamos fragmentariamente hasta 1984. En ellos se somete a la contención de las formas clásicas para dar salida a sus intensas pulsiones eróticas de signo homosexual. El acento doliente y desgarrado de estos poemas contrasta con su construcción manierista, extremadamente perfecta.

Concha Méndez



Realismo español

Federico de Madrazo y Kuntz, (1815-1894) Visita de la Reina

 

Juan Valera

 Pepita Jiménez (Fragmento)

Don Gumersindo, muy aseado y cuidadoso de su persona, era un viejo que no inspiraba repugnancia.

Las prendas de su sencillo vestuario estaban algo raídas, pero sin una mancha y saltando de limpias, aunque de tiempo inmemorial se le conocía la misma capa, el mismo chaquetón y los mismos pantalones y chaleco. A veces se interrogaban en balde las gentes unas a otras a ver si alguien le había visto estrenar una prenda.

"Con todos estos defectos, que aquí y en Aras partes muchos consideran virtudes, aunque virtudes exageradas, don Gumersindo tenía excelentes cualidades: era afable, servicial, compasivo, y se desvivía por complacer y ser útil a todo el mundo, aunque le costase trabajo, desvelos y fatiga, con tal de que no le costase un real. Alegre y amigo de chanzas y de burlas, se hallaba en todas las reuniones y fiestas, cuando no eran a escote, y las regocijaba con la amenidad de su trato y con su discreta aunque poco ática conversación. Nunca había tenido inclinación alguna amorosa a una mujer determinada; pero inocentemente, sin malicia, gustaba de todas, y era el viejo más amigo de requebrar a las muchachas y que más las hiciese reír que había en diez leguas a la redonda.

Ya he dicho que era tío de la Pepita. Cuando frisaba en los ochenta años, iba ella a cumplir los diez y seis. ÿl era poderoso; ella pobre y desvalida.

La madre de ella era una mujer vulgar, de cortas luces y de instintos groseros. Adoraba a su hija, pero continuamente y con honda amargura se lamentaba de los sacrificios que por ella hacía, de las privaciones que sufría y de la desconsolada vejez y triste muerte que iba a tener en medio de tanta pobreza. Tenía, además, un hijo mayor que Pepita, que había sido gran calavera en el lugar, jugador y pendenciero, a quien después de muchos disgustos había logrado colocar en la Habana en un empleíllo de mala muerte, viéndose así libre de él y con el charco de por medio. Sin embargo, a los pocos años de estar en la Habana el muchacho, su mala conducta hizo que le dejaran cesante, y asaetaba a cartas a su madre pidiéndole dinero. La madre, que apenas tenía para sí y para Pepita, se desesperaba, rabiaba, maldecía de sí y de su destino con paciencia poco evangélica, y cifraba toda su esperanza en una buena colocación para su hija que la sacase de apuros.

En tan angustiosa situación empezó don Gumersindo a frecuentar la casa de Pepita y de su madre y a requebrar a Pepita con más ahínco y persistencia que solía requebrar a otras.

Era, con todo, tan inverosímil y tan desatinado el suponer que un hombre que había pasado ochenta años sin querer casarse pensase en tal locura cuando ya tenía un pie en el sepulcro, que ni la madre de Pepita, ni Pepita mucho menos, sospecharon jamás los en verdad atrevidos pensamientos de don Gumersindo. Así es que un día ambas se quedaron atónitas y pasmadas cuando, después de varios requiebros, entre burlas y veras, don Gumersindo soltó con la mayor formalidad y a boca de jarro la siguiente categórica pregunta:

-Muchacha, ¿quieres casarte conmigo?"

 Benito Pérez Galdós

Día de reyes

 "6, día de los Santos Reyes.- ¡Oh, qué visión divina me trajeron los Magos de Oriente!… Pasó el tiempo en que mi buena madre dejaba en el balcón mi zapato para que Gaspar, Melchor y el negro Baltasar me pusieran en él soldados o cañoncitos, que colmaban mis inocentes ambiciones. Anoche, sin aventurar zapato ni chinela, los Reyes fueron para mí más que nunca propicios y dadivosos, porque apenas abrí hoy la ventana por donde suelo contemplar la huerta de esta casa y la de la casa medianera, separadas por vieja tapia, vi una figura, imagen, persona, que al pronto me pareció ángel, después mujer. Verla y pensar que había encontrado mi novia definitiva, el ideal de amor, fueron dos facetas de un solo momento, iluminadas por un solo relámpago… Cuando absorto clavé mis ojos en la hermosa visión, esta me miró a mí… Pasado un segundo, dos quizás, la imagen se desvaneció tras de un ciprés… Esperé un rato; no la vi más. Yo miraba al ciprés y le decía: “ciprés amigo, apártate un poco; déjame ver si…”

Misericordia

"Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida sobre la frente; sobre ella, pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergeño y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesta de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Le faltaban sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podía creerse que hacía las veces de ésta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo."
 
Leopoldo Alas "Clarín"
La Regenta (fragmento)
 
La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de basura, aquellas sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

El realismo con Marcelo


Neoclasicismo en España


Neoclasicismo
CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo de las luces



LITERATURA NEOCLÁSICA


LA FÁBULA

Tomás Iriarte
Levantarme a las mil
¿Y es este un racional?


Félix María Samaniego

Las moscas


A un panal de rica miel 
Dos mil moscas acudieron, 
Que por golosas murieron, 
Presas de patas en él. 
Otra dentro de un pastel 
Enterró su golosina. 
Así si bien se examina 
 
Los humanos corazones 
Perecen en las prisiones 
Del vicio que los domina.
 
El hombre y la pulga

«Oye, Júpiter sumo, mis querellas,
Y haz, disparando rayos y centellas,
Que muera este animal vil y tirano,
Plaga fatal para el linaje humano;
Y si vos no lo hacéis, Hércules sea
Quien acabe con él y su ralea.»

Este es un Hombre que a los dioses clama,
Porque una Pulga le picó en la cama;
Y es justo, ya que el pobre se fatiga,
Que de Júpiter y Hércules consiga,
De éste, que viva despulgando sayos;
De aquél, matando pulgas con sus rayos.

Tenemos en el cielo los mortales
Recurso en las desdichas y en los males,
Mas se suele abusar frecuentemente
Por lograr un antojo impertinente.


La gallina de los huevos de oro
Erase una gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla, abrióla el vientre de contado;
pero, después de haberla registrado,
¿qué sucedió? que muerta la Gallina,
perdió su huevo de oro y no halló la mina.
 

¡Cuántos hay que teniendo lo bastante
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones. 
 
 
El muchacho y la fortuna 

A la orilla de un pozo,
Sobre la fresca yerba, 
Un incauto Mancebo 
Dormía a pierna suelta. 
Gritóle la Fortuna: 
«Insensato, despierta; 
¿No ves que ahogarte puedes, 
A poco que te muevas?
Por ti y otros canallas 
A veces me motejan, 
Los unos de inconstante, 
Y los otros de adversa. 
Reveses de Fortuna 
Llamáis a las miserias; 
¿Por qué, si son reveses 
De la conducta necia?»

TEATRO NEOCLÁSICO

Leandro Fernández de Moratín Nació en 1760 y era un hombre tímido, apacible, inteligente y culto. Sentía verdadera admiración por Francia y su cultura, lo que hizo que se pusiera de parte del rey José Bonaparte (hermano de Napoleón), llegando a desempeñar puestos de carácter cultural durante su reinado. Cuando fueron expulsados los franceses tuvo que irse exiliado. Vivió algún tiempo en Barcelona y Burdeos, y murió en París en 1828. Toda su obra teatral esta realizada siguiendo las normas neoclásicas y ha convertido al autor en uno de los mejores y escasos dramaturgos de este siglo.
• El sí de las niñas. En esta obra hace una dura crítica a las familias que obligan a sus hijas a casarse sin tener en cuenta sus sentimientos.
• La comedia nueva o el café. Critica duramente a los poetas incultos e ignorantes que se atreven a escribir obras dramáticas.
El sí de las niñas Es una obra con finalidad moral y didáctica cuyo argumento es el siguiente: D. Diego, un caballero de 59 años, va a casarse con Francisca, de 16 años, que acaba de salir de un convento de monjas donde estaba estudiando. El matrimonio ha sido preparado por la madre de la chica, Dña. Irene, sin contar con ella que ya está enamorada del joven Carlos, sobrino del caballero. Éste descubre el asunto y renuncia, con mucho sacrificio, a su matrimonio; puesto que ve más natural que la muchacha se case con un joven de su edad que con un viejo como él.

En el fragmento que va a continuación (Escena XI), D. Diego intenta convencer a Dña. Irene de que su hija está enamorada de otro. La madre no se lo cree e interpreta que lo que pasa es que al caballero ya no le interesa casarse con su hija.
El sí de las niña (Fragmento)

DON DIEGO.- Muy bien. Siéntese usted... Y no hay que asustarse ni alborotarse (Siéntanse los dos) por nada de lo que yo diga; y cuenta, no nos abandone el juicio cuando más lo necesitamos... Su hija, de usted, está enamorada...
DOÑA IRENE.- Pues ¿no lo he dicho ya mil veces? Sí, señor, que lo está; y bastaba que yo lo dijese para que...
DON DIEGO.- ¡Este vicio maldito de interrumpir a cada paso! Déjeme usted hablar.
DOÑA IRENE.- Bien, vamos, hable usted.
DON DIEGO.- Está enamorada; pero no está enamorada de mí.
DOÑA IRENE.- ¿Qué dice usted?
DON DIEGO.- Lo que usted oye.
DOÑA IRENE.- Pero ¿quién le ha contado a usted esos disparates?
DON DIEGO.- Nadie. Yo lo sé, yo lo he visto, nadie me lo ha contado, y cuando se lo digo a usted, bien seguro estoy de que es verdad... Vaya, ¿qué llanto es ése?
DOÑA IRENE.- (Llora) ¡Pobre de mí!
DON DIEGO.- ¿A qué viene eso?
DOÑA IRENE.- ¡Porque me ven sola y sin medios, y porque soy una pobre viuda, parece que todos me desprecian y se conjuran contra mí!
DON DIEGO.- Señora doña Irene...
DOÑA IRENE.- Al cabo de mis años y de mis achaques, verme tratada de esta manera, como un estropajo, como una puerca cenicienta, vale al decir... ¿Quién lo creyera de usted?... ¡Válgame Dios!... ¡Si vivieran mis tres difuntos!... Con el último difunto que me viviera, que tenía un genio como una serpiente...
DON DIEGO.- Mire usted, señora, que se me acaba ya la paciencia.
DOÑA IRENE.- Que lo mismo era replicarle, que se ponía hecho una furia del infierno, y un día de Corpus, yo no sé por qué friolera, hartó de mojicones a un comisario ordenador, y si no hubiera sido por dos padres del Carmen, que se pusieron de por medio, lo estrella contra un poste en los portales de Santa Cruz.
DON DIEGO.- Pero ¿es posible que no ha de entender usted a lo que voy a decirle?

DOÑA IRENE.- ¡Ay, no, señor; que bien lo sé, que no tengo pelo de tonta, no, señor!... Usted ya no quiere a la niña, y busca pretextos para zafarse de la obligación en que está... ¡Hija de mi alma y de mi corazón!
👱👰👱

1713: Creación de la DRAE Diccionario de la Real Academia de la Lengua



Romanticismo


Características



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JOSÉ DE ESPRONCEDA

A un Ruiseñor

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.

Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo süave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.


El verdugo


 
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GUSTAVO ADOLFO BÉQUER
Rimas
 

Rima X
Los invisibles átomos del aire 
en derredor palpitan y se inflaman, 
el cielo se deshace en rayos de oro, 
la tierra se estremece alborozada. 

Oigo flotando en olas de armonías, 
rumor de besos y batir de alas; 
mis párpados se cierran... ? ¿Qué sucede? 
¿Dime? 
¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!



Rima XXI: ¿Qué es poesía?
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.

 
Rima LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!

 Leyendas

OJOS VERDES




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ROSALÍA DE CASTRO


Dicen que no hablan las plantas

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?


En los ecos

En los ecos del órgano, o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo, y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y ha perdido
otra vez de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única.
Por eso vive triste, porque te busca siempre,
sin encontrarte nunca.

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